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Síndrome antifosfolípido: Diagnóstico, síntomas, tratamiento y más

El síndrome antifosfolípido favorece las trombosis

Cuando me propusieron escribir sobre el síndrome antifosfolípido, pensé “Otra enfermedad autoinmune… si es que no paran de aumentar” Así que lo primero que creo conveniente explicar es qué es una enfermedad autoinmune.

Muy en resumen son aquellas en las que nuestro sistema inmune, por error, ataca a moléculas propias del organismo ¿Curioso verdad? Esto suele producir inflamación y degeneración de los tejidos, lo que deriva en síntomas crónicos o que se manifiestan con brotes periódicos.

💡 Para que sepas más sobre ellas, te dejo un artículo muy completo: Enfermedades autoinmunes, cuáles son, en qué consisten, y cómo se tratan.

No está de más contaros también que este síndrome, se conoce por otros nombres, como síndrome antifosfolipídico o síndrome de Hughes, por el doctor que lo descubrió. Así ya conoces todos sus términos.

¿Qué es el síndrome antifosfolípido?

Pues como te decía se trata de una patología autoinmune, aunque un poco especial. Esto se debe a que en el caso del síndrome antifosfolípido el sistema inmune ataca a los fosfolípidos de las membranas celulares ¿Recuerdas lo que son?

Los fosfolípidos son un tipo de grasas que se caracterizan por ser las moléculas más abundantes en la membrana celular, también llamada citoplasmática. Por tanto recubren nuestras células, aislándolas del medio.

Así explicado parecería que hablamos de algo así como ladrillos, como con los que se construye una pared, pero no es así.

Esto es porque nuestras membranas celulares son flexibles, gracias precisamente a la flexibilidad de los fosfolípidos, que aportan además cierta permeabilidad a la membrana.

👉 En el síndrome antifosfolípido el sistema inmune no solo ataca a los fosfolípidos de la membrana celular, sino que también puede atacar a proteínas que están unidas a esos fosfolípidos.


Aunque conocemos poco sobre sus causas, sí sabemos bien lo que ocasiona. Entre sus efectos más habituales encontramos la trombosis y que incrementa el riesgo a fetal. De todas formas, sobre los síntomas, te hablaré en detalle un poco más adelante.

Mecanismo molecular

En el mecanismo molecular que caracteriza al síndrome antifosfolípido juegan un papel fundamental los anticuerpos antifosfolipídicos.

Los anticuerpos son moléculas generadas por los linfocitos B, unas células fundamentales en la inmunidad específica, que implica procesos muy especializados frente a determinadas moléculas de los patógenos (llamadas antígenos).

En esta patología los linfocitos B producen anticuerpos que reconocen a los fosfolípidos propios de las células del individuo, o a proteínas que están unidas a ellos. Son los denominados anticuerpos antifosfolípidos, y existen muchos subtipos.

 Los anticuerpos antifosfolipídicos circulan en la sangre, interaccionando con diversas moléculas relacionadas con el control de la coagulación, y provocando diversas reacciones:

  • Inflamación que induce fenómenos de coagulación
  • Interacción con sustancias reguladoras de la coagulación
  • Inhibición de la formación de la placenta
  • Inhibición de células fundamentales para la actividad placentaria

Todas estas alteraciones darán lugar a los síntomas más habituales en este síndrome. Si quieres profundizar más en todos estos mecanismos, te dejo el documento consenso internacional sobre los criterios que definen al síndrome antifosfolípido.

¿Cómo se diagnostica el síndrome antifosfolípido?

Para considerar que una persona padece este síndrome se deben dar una serie de criterios clínicos, es decir observarse determinados síntomas, y también detectar determinadas anomalías a través de los análisis de sangre. Por tanto no valdría solo con cumplir uno de los criterios.

Respecto a los síntomas que definen al síndrome antifosfolipídico, nos encontramos con:

  1.  Trombosis venosa o arterial, sin otra causa que lo justifique.
  2. Abortos de repetición o muerte fetales inexplicables.
  3. Partos prematuros, relacionados con insuficiencia placentaria o preeclampsia.

En cuanto a las muestras de laboratorio, en la analítica se deben encontrar los siguientes anticuerpos antifosfolípidos:

  1. Anticoagulante lúpico
  2. Anticuerpos anti-β-2-glicoproteína
  3. Anticuerpos anticardiolipina
Los anticuerpos antifosfolípido son de distintos tipos

En realidad deben aparecer al menos dos veces, y de manera separada en el tiempo. Por lo que para la segunda analítica se debe esperar, como mínimo, 12 semanas. Se calcula que hasta el  5% de la población presenta anticuerpos antifosfolípido, sin embargo muchos de ellos no desarrollan ningún síntoma asociado.

Por otro lado, para que se considere que se padece el síndrome antifosfolípido, los anticuerpos anticardiolipina deben estar muy altos. Esto es debido a que solo en ese caso son capaces de favorecer la trombosis.

Síntomas del síndrome antifosfolípido

Ya hemos visto algunos de los síntomas más habituales de esta patología, sin embargo, por desgracia, hay unos cuantos más. Pensemos que las alteraciones en la coagulación de la sangre, características del síndrome antifosfolípido, pueden afectar a todo el organismo. Por eso el cuadro es muy variado.

A nivel europeo se ha desarrollado un estudio con más de 1000 personas, en el que se evaluó la frecuencia de los distintos síntomas asociados.

Debemos matizar que algunos de ellos podrían estar relacionados con otras enfermedades, ya que es frecuente que el síndrome antifosfolipídico se dé junto con otras patologías autoinmunes.

Esto sucede en torno al 50% de los casos, y especialmente con el lupus eritematoso sistémico. Esta enfermedad autoinmune, se  caracteriza por el dolor y la inflamación articular (artritis). El  resto de síntomas recogidos en el estudio, serían específicos del síndrome antifosfolipídico.

 A continuación te indico los más característicos, en orden desde los más habituales a los menos:

Síntomas a nivel general

  • Trombosis venosa profunda
  • Dolor articular y artritis
  • Escasez de plaquetas
  • Coloración azulada en la piel
  • Migraña y otras cefaleas
  • Accidente cerebro-vascular
  • Embolia pulmonar
  • Anemia hemolítica
  • Alteraciones de las válvulas cardiacas
  • Tromboflebitis superficial
  • Infarto de miocardio
  • Pérdidas bruscas de visión
  • Ulceración cutánea
  • Trombosis renales
  • Trombosis multiorgánica (infrecuente)

Efectos sobre el embarazo

Por otro lado, durante el embarazo los anticuerpos antifosfolípidos también ejercen efectos nocivos, dañando a la placenta y a los vasos sanguíneos, y dando lugar a:

  • Muerte fetal
  • Parto prematuro
  • Disminución del crecimiento fetal
  • Preeclampsia (semejante a hipertensión)
  • Eclampsia (convulsiones asociadas a preeclampsia)
Durante el embarazo el síndrome antifosfolípido puede afectar al feto

Síndrome antifosfolípido: Tratamiento y prevención

Los fármacos más frecuentemente empleados para controlar las manifestaciones clínicas de este síndrome, son antiagregantes plaquetarios, como la aspirina, y en cuadros más graves anticoagulantes: como la warfarina y la heparina.

Para que puedas profundizar te dejo un enlace a un artículo de uno de los mayores especialistas en esta patología en nuestro país, se titula: estrategias terapéuticas en el síndrome antifosfolipídico.

En él podrás encontrar también información sobre la aplicación de nuevos fármacos en esta patología, por ejemplo para los casos más graves con trombosis multiorgánica.

En cualquier caso los especialistas nos indican también que el estilo de vida, es muy importante para reducir el riesgo de trombosis. Por eso, si padeces síndrome antifosfolipídico, es fundamental que sigas estos consejos:

Evita el sedentarismo

Este favorece el acumulo de sangre, y por tanto los trombos. Actividades aeróbicas como correr, pasear a paso ligero o el aerobic, son especialmente recomendables, y deben realizarse diariamente.

No te agobies pensando que necesitas que sea 1 hora diaria. Empieza por lo poco que puedas, y trata de incrementarlo hasta 30 minutos, 5 días en semana.

Evita el tabaco

Deteriora los vasos sanguíneos, reduce la oxigenación sanguínea y favorece la hipertensión ¡Casi nada! Todo esto incrementa el riesgo de trombosis y de otras afecciones cardiao-vasculares, además de aumentar el riesgo de aborto y cánceres, entre otros.

Si necesitas ayuda para dejar de fumar, no esperes más, puedes empezar leyendo nuestro artículo.

Cuida tus niveles de vitamina D

Esta vitamina suele encontrarse deficitaria en muchas personas, y además de reducir el riesgo de trombosis también es un modulador inmunitario, útil en el síndrome antifosfolípido.

Controla tu colesterol

Evita grasas trans (hidrogenadas y artificiales) y reduce las saturadas (en carnes y lácteos). Respecto a los aceites de origen vegetal deben consumirse mayoritariamente en crudo, y mejor si son aceites vírgenes.

El aceite de oliva y las grasas de los frutos secos, del pescado azul y del aguacate, tienen sin embargo un efecto protector.

Prevención de la diabetes

Reduce todo lo posible los azúcares (postres lácteos, galletas…) y adecua a tu nivel de actividad física tus raciones de otros carbohidratos: pan, pasta, arroz…

Prevención de la hipertensión

Mantén un bajo consumo de sal y una ingesta elevada de potasio (abundante en todo tipo de vegetales). Es importante también ingerir una elevada cantidad de agua, realizar actividad física diariamente y reducir el estrés.

Controla tu peso

Para ello debes seguir los mismos consejos respecto al consumo de grasas que te he contado en el apartado del colesterol, y moderar los carbohidratos tal como te he explicado en el apartado sobre la diabetes ¡Ah! Y de nuevo, no te olvides de la actividad física.

Finalmente contarte que existen también varias medicaciones que pueden favorecer la trombosis, entre las que destacan los anticonceptivos orales, que estarían desaconsejados.

Como ves, hay muchas cosas que puedes hacer para cuidarte si padeces síndrome antifosfolípido, así que empieza por la que más te guste ¿Y a ti? ¿Qué te parece nuestro artículo? Si te ha resultado útil, por favor comparte ¡Divulga salud!

Especialista en Salud Natural y Dietética

Máster Universitario en Salud Natural y Nutrición. Experta en Alimentación Antiinflamatoria y psiconeuroendocrino-inmunología, el área de la ciencia que estudia la relación del sistema nervioso con el resto de nuestro organismo. Diploma de estudios avanzados en: Microbiota, inmunidad y sistema digestivo. Cursos de doctorado en: Biología del Cáncer. Autora de los libros: "¿Y ahora qué puedo comer?" y "Comer para cuidarse". Compagino la pasión de mi trabajo en consulta con la impartición de diversos cursos y las charlas divulgativas.

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