Anemia ferropénica: causas, síntomas y tratamiento
La anemia ferropénica es una enfermedad que puede afectar a todo el mundo y puede aparecer en cualquier época de nuestra vida.
Hay que prestarle una gran atención, ya que puede aparecer por causas muy diversas; desde la menstruación que tienen las mujeres en edad fértil, hasta incluso como consecuencia de algún tipo de cáncer.
Cuando aparece algún síntoma de alarma, hay que acudir con rapidez al médico especialista, especialmente si el paciente pertenece a uno de los grupos con mayor porcentaje de pacientes con anemia ferropénica.
A pesar de ser el tipo de anemia la más común, hay otros tipos de anemia que también afectan a estos colectivos, y pueden acabar provocando, además de una sintomatología muy molesta, otras enfermedades tanto en bebés recién nacidos como en adultos, como es el caso por ejemplo, de la bilirrubina alta.
A continuación, desde Aegon, vamos a explicarte qué es y qué síntomas tiene. Y vamos a darte unos consejos para identificar e intentar prevenirla.
¡Empecemos!
Índice
¿Qué es la anemia ferropénica?
Tal y como recoge la OMS, la anemia en cualquiera de sus variantes, es una enfermedad que afecta a un 20% de niños desde los 6 a los 59 meses, a un 37% de las mujeres embarazadas y a un 30% de las mujeres de 15 a 49 años.
Los hombres, en todas sus edades, también pueden sufrir anemia, aunque el riesgo es algo menor debido a que no menstrúan.
Aunque hay muchos tipos de anemia, en este caso particular, la anemia ferropénica es el tipo más común y es provocada por la deficiencia de hierro en sangre, lo que provoca una disminución considerable de los glóbulos rojos, que son los encargados de transportar el oxígeno a través de la sangre a todo el organismo y de llevarse el dióxido de carbono para eliminarlo mediante los pulmones.
Causas
Las causas de la anemia ferropénica es la deficiencia de hierro en sangre, que puede venir provocado por las siguientes razones:
- El cuerpo es incapaz de producir los glóbulos rojos a la velocidad necesaria.
- Problemas para absorber correctamente el hierro.
- Tener una dieta incorrecta, con carencia de alimentos con hierro.
- En el caso de las embarazadas, el cuerpo consume más hierro de lo habitual.
- Tener algún sangrado interno que se desconoce, como varices esofágicas, algunas úlceras, etc.
- Menstruaciones intensas y abundantes.
Además, hay algunas enfermedades que pueden provocar que el cuerpo no pueda absorber el hierro necesario, como por ejemplo ser celíaco o padecer de la enfermedad de Crohn.
En definitiva, todas aquellas enfermedades que afecten directamente al consumo de alimentos.
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Síntomas
La anemia ferropénica se manifiesta en el cuerpo a través de diversos síntomas, dependiendo de la gravedad en la que se encuentre el paciente.
En casos de padecerla de forma leve, los primeros síntomas que aparecen son:
- Cansancio general o debilidad sin motivo aparente.
- Mareos y dolores de cabeza.
- Palpitaciones.
- Problemas para concentrarse en algunas tareas.
Cuando el estado anímico de un paciente empeora, además de los síntomas anteriores, aparecen otros signos de alerta:
- Cambios en los colores de los ojos (la zona blanca del ojo se torna azulada con un color pálido en la piel)
- Afecta a las uñas y al cabello, debilitándolos.
- Dificultad respiratoria, por la falta de glóbulos rojos.
- Dolor en la lengua.
Además, la sintomatología que va relacionada directamente con los sangrados en el cuerpo se puede detectar por tener un sangrado más abundante con la menstruación, un color más oscuro en tus heces o que contengan sangre, etc.
Pruebas de detección
Hay que diferenciar entre dos objetivos de detección; Primero está el detectar si tienes o no anemia ferropénica y, una vez confirmado el diagnóstico, se pueden realizar otras pruebas para intentar detectar la causa.
Para detectar si está la enfermedad, la prueba que se realiza es un análisis de sangre, donde el médico necesita saber:
- El estado y cantidad de glóbulos rojos presentes.
- Los niveles de hemoglobina.
- La cantidad presente de ferritina, que es la proteína que ayuda a almacenar el hierro.
A posteriori, para intentar localizar la causa, pueden realizarse endoscopias, colonoscopias y ecografías y así establecer de dónde viene la anemia y cuál es el sangrado no identificado.
Tratamiento
El tratamiento de la anemia ferropénica pasa por incluir en la dieta alimentos ricos en hierro y por tomar suplementos de hierro por vía oral diariamente.
Antes de empezar este tratamiento, tu doctor determinará la cantidad de hierro que necesitas, ya que un exceso puede resultar tóxico para el organismo. Y es que el hierro se almacena en algunos órganos, especialmente en el hígado.
Y con el tiempo, un exceso de hierro puede provocar graves problemas y enfermedades importantes como la cirrosis.
Presta especial atención a cualquier cambio que puedas notar cuando inicies el tratamiento, ya que aunque no es común, hay personas que no toleran bien la ingesta oral de hierro, y si ese fuera tu caso, es posible que presentes náuseas, llegando incluso a tener vómitos y problemas de estreñimiento.
Si esto sucede, tu médico cambiará el tratamiento y recomendará inyectar el hierro por vena o mediante una inyección intramuscular.
¿Puedo prevenir este tipo de anemia?
Sí, es posible prevenir la ferropenia. Y además de una forma muy sencilla que no sólo beneficia tu cantidad de hierro en sangre, sino que te servirá para mantener, en rasgos generales, un buen estado de salud.
Mantener una dieta equilibrada y rica en hierro puede ayudarte a prevenir los síntomas de la anemia ferropénica.
Además de los alimentos de origen tanto vegetal como animal que contienen hierro, hay otra serie de indicaciones que pueden servirte como referencia:
- La vitamina A y la vitamina C favorecen la absorción de hierro. Y puedes tomarla en suplementos o completando tu dieta con alimentos ricos en ellas.
- Las bebidas con cafeína, alcohol, etc. dificultan la absorción del hierro por parte de nuestro cuerpo.
- Y lo más importante, antes de iniciar un tratamiento para aumentar tu nivel de hierro, consulta con un médico y hazte las pruebas pertinentes, ya que un exceso de él puede resultar dañino.
Recuerda que lo más importante es realizarse controles periódicos, no sólo análisis de sangre, sino acudir con regularidad a tu doctor de referencia ante cualquier cambio en tu salud.
Por eso mismo, desde Aegon te ofrecemos una gran oferta de seguros médicos privados para que nos dejes cuidar de tu salud y de la de tu familia.
Fuentes