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Impacto del coronavirus en verano ¿Cómo se comporta?

el coronavirus en verano puede verse afectado por la humedad

La pregunta empieza a hacerse habitual, ¿cómo se comporta el coronavirus en verano? ¿Le afecta el calor? ¿Aumenta o disminuye su capacidad de propagación? Contestar estas preguntas en el momento actual es de todo menos sencillo, y eso que con multitud de estudios hechos, podemos ya dar una gran cantidad de detalles sobre  el origen del coronavirus, cómo se transmite y los síntomas que provoca, sin embargo, los investigadores no terminan de ponerse de acuerdo en evaluar el impacto del coronavirus en verano.

¿Por qué tantas discrepancias? Pues porque aunque cuando pensamos en el verano nuestra mente de manera casi inmediata lo asocia con el calor, resulta que en la propagación de un virus influye mucho más que el calor, también es importante valorar, entre otras variantes, la humedad y el efecto de los viajes, que en un país tan turístico como España pueden generar un gran impacto.

Las investigaciones que tratan de evaluar la combinación de los distintos factores, son muy complejas, por eso vamos a tratar de ver lo que sabemos sobre cada una de las principales variables.

Sobre cómo afecta el calor al coronavirus, es una de las variables más estudiadas, y probablemente sobre la que muchos habíamos depositado nuestras esperanzas, comenzaremos por ella.

¿Cómo afecta el calor y la temperatura al coronavirus?

Sabemos que el calor dificulta la transmisión de otros virus respiratorios, como sucede con el de la gripe, incluso que inactiva a otros coronavirus, sin embargo la rápida expansión de la COVID-19 en países con climas cálidos, nos lleva a pensar que no será un factor decisivo.

Sí que diversos estudios apuntan a que la temperatura óptima para la supervivencia de este coronavirus se sitúa entre los 13 y los 24ºC, por lo que algunos investigadores consideran que temperaturas superiores, mantenidas una o dos semanas, ralentizarían la transmisión del SARS-CoV-2.

El calor hace además que las gotículas microscópicas de saliva, se desequen más rápidamente, y recordemos que esas gotículas son la principal vía de transmisión del virus, por lo que también a través de este mecanismo el calor podría ayudarnos.

Otros investigadores, sin embargo, han observado que el efecto no es relevante si no se alcanzan temperaturas superiores a los 36ºC, valores que difícilmente se darán en muchos puntos de nuestro país.

En cualquier caso, la realidad es que las temperaturas oscilan marcadamente a lo largo de un día, por eso suponer que el calor del verano frenará al coronavirus, no deja de ser una hipótesis, al menos por el momento.

Otras variables que afectan a la propagación del coronavirus en verano

Como os decíamos al inicio, al hablar del comportamiento del coronavirus en verano confluyen multitud de elementos que distorsionan y dificultan poder evaluar cómo se comportará el SARS-CoV-2. No sólo son los factores ambientales, sino también otros relacionados con los cambios de hábitos propios del verano.

Veamos entonces los que más pueden influir en la propagación del coronavirus:

  1. Humedad
  2. Radiación ultravioleta
  3. Movilidad entre regiones
  4. Aglomeraciones
  5. Espacios abiertos

Coronavirus y humedad

Para sorpresa de muchos, la humedad parece ser un factor más determinante que el calor para mitigar la transmisión del coronavirus. ¿Por qué? Pues porque una humedad relativa alta, hace que las gotículas de saliva portadoras del virus caigan rápidamente al suelo, dificultando que lleguen a alcanzar a otras personas.

Por otro lado, cuando la humedad relativa es baja, nuestras mucosas respiratorias tienden a deshidratarse, y  entonces la efectividad de las células inmunes (defensivas) propias de esas mucosas, se reduce.

Por todo esto, parece probable que el coronavirus se extienda con más dificultad en áreas litorales húmedas, aunque la llegada del turismo a España puede contrarrestar este efecto.

Respecto a la lluvia, actúa de manera similar a la humedad,  incluso es más eficaz, pues precipita rápidamente las gotículas microscópicas de saliva. Por ello, en países como la India, se espera que la época de monzones pueda ayudarles a controlar la epidemia.

Los rayos ultravioleta y el coronavirus

L a envuelta de otros coronavirus es sensible a la luz ultravioleta, al igual que su material genético, o al menos lo es a algunas de sus radiaciones, pues hay varios subtipos. La más letal para esta clase de virus es la radiación ultravioleta tipo C, que según diversos estudios también inactivaría al SARS-CoV-2.

Como sucede con la humedad, la intensidad de radiación ultravioleta, parece ser más determinante para reducir la propagación del virus que la temperatura, y si bien esta aumenta en verano, el hecho de que el coronavirus se haya extendido a todo tipo de regiones, nos indica, y en eso insisten los expertos, en que no sería determinante.

la luz ultravioleta daña al coronavirus
La luz ultravioleta daña al coronavirus

Basándose en la capacidad de esterilización de los rayos ultravioletas, se han desarrollado diversos aparatos para tratar de combatir al coronavirus en lugares como restaurantes y comercios. Al margen de la precaución necesaria para su uso, pues pueden provocar quemaduras, por lo que creo que es necesario aclarar varias cosas sobre este tipo de máquinas.

  • Por una parte, se ha constatado que algunas de ellas no tienen la potencia suficiente para inactivar al virus, lo cual es un auténtico riesgo para la salud de todos.
  • De otro lado, debemos de tener claro que actúan sobre las superficies y el aire justo en el momento en que se activan, pero que el mayor riesgo de transmisión de coronavirus, vinculado a la proximidad con personas portadoras, no se reduce con su uso.

Por tanto, que un lugar haya sido convenientemente desinfectado, no debe hacernos olvidar que la distancia social es la estrategia de prevención más eficaz.

📍 Te recordamos las grandes claves para evitar el contagio del coronavirus.

Coronavirus y movilidad

La movilidad entre comunidades en plena pandemia por coronavirus reviste peligros. A nadie se le escapa que en verano el incremento del turismo nacional e internacional, puede aumentar mucho el riesgo de contagios.

Sinceramente, todos estamos deseando veranear, o casi todos, sin embargo debemos de saber que implica riesgos, por eso, y siendo España un país eminentemente turístico, no debemos menospreciar su impacto.

Esto podría afectar muy especialmente a aquellas provincias donde el porcentaje de inmunización frente al coronavirus es muy bajo. Tal como sucede en parte de Andalucía, Galicia o Asturias, donde los estudios de seroprevalencia indican, que ni tan siquiera el 2% de sus habitantes han estado en contacto con el virus.

Dato que contrasta, con la inmunización de más del 10% de la población en Madrid o Segovia, entre otras provincias.

Esto se traduce en que, en las regiones menos afectadas, existe aún un gran número de personas vulnerables a padecer los efectos más graves del coronavirus. De ahí que se haga hincapié, en la necesidad de prevenir rebrotes.

Por eso, ante la llegada de la nueva normalidad, la precaución debe estar muy presente: lavado de manos, mascarillas, evitar aglomeraciones, etc…

Coronavirus en verano: El factor aglomeraciones

Si algo caracteriza al verano, es la frecuencia de eventos multitudinarios donde las aglomeraciones son la norma, como eran los conciertos y las fiestas populares. En la “nueva normalidad” este tipo de situaciones están muy restringidas y reguladas, y es que no nos queda otra…

Si somos conscientes de que la proximidad con cualquier portador, a menudo asintomático, es el mayor riesgo de contagio, nos daremos cuenta del peligro potencial de esta clase de celebraciones (Amplía información sobre este punto en nuestro artículo: Coronavirus sin fiebre ¿Qué significa ser asintomático?).

Al margen de estos eventos, están los actos más cotidianos, como acudir a la piscina o a la playa, lugares donde también existe riesgo de aglomeración, especialmente en  zonas turísticas.

Si bien las distintas poblaciones han regulado a este respecto, las medidas propuestas son variadas, y a menudo queda de nuestra mano  guardar la separación necesaria, de al menos 1,5 metros, que garantice nuestra seguridad y la de nuestros seres queridos.

las aglomeraciones en piscinas pueden propagar el coronavirus
Las aglomeraciones en piscinas pueden propagar el coronavirus

El coronavirus en espacios abiertos

El instituto nacional de enfermedades infecciosas de Tokio, ha hecho un estudio en el que encontraron que el riesgo de infectarse en lugares cerrados, es casi un 20% mayor que  en espacios abiertos.

Esto es debido, fundamentalmente, a la escasa renovación del aire dentro de locales y viviendas, lo que favorece que las gotículas de saliva portadoras del coronavirus, permanezcan más tiempo en suspensión, y por tanto que tengan más posibilidades de alcanzar a otra persona.

Como en verano estamos mucho más en espacios abiertos, se cree que el hecho de que las infecciones respiratorias se reduzcan durante la época estival, se debe en buena parte a este cambio de conduzca.

Ahora tan solo nos queda esperar a que algo similar se produzca con la COVID-19, pero no debemos olvidar, que al ser un virus nuevo, se desconoce cuál es el efecto combinado de los distintos factores que afectan a su propagación.

Por todo ello, mientras se publican nuevos estudios, y las investigaciones sobre posibles tratamientos y vacunas avanzan, no nos quedará otra opción que ser muy prudentes, y primar el distanciamiento social como medida de protección, ya que, y eso sí que se sabe,  es la estrategia más efectiva para reducir la transmisión del coronavirus.

No debemos olvidar la saturación sanitaria que vivimos durante el pico de la pandemia, donde por desgracia no se pudo atender a todo el mundo con la prontitud y los medios que merecían.

Por eso debemos de ser conscientes de que prevenir otra situación similar, es ante todo una responsabilidad individual, la mía y la tuya. No bajes la guardia, conciénciate y ayúdanos a concienciar compartiendo este artículo sobre el comportamiento del coronavirus en verano.

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Especialista en Salud Natural y Dietética
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Máster Universitario en Salud Natural y Nutrición. Experta en Alimentación Antiinflamatoria y psiconeuroendocrino-inmunología, el área de la ciencia que estudia la relación del sistema nervioso con el resto de nuestro organismo. Diploma de estudios avanzados en: Microbiota, inmunidad y sistema digestivo. Cursos de doctorado en: Biología del Cáncer. Autora de los libros: "¿Y ahora qué puedo comer?" y "Comer para cuidarse". Compagino la pasión de mi trabajo en consulta con la impartición de diversos cursos y las charlas divulgativas.