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¿Qué es la violencia obstétrica?

violencia obstétrica se ejerce en muchas mujeres durante el partoSharon McCutcheon/Unsplash

Falta de información, intervenciones sin consentimiento o trato ofensivo sobre las mujeres embarazadas e incluso sus bebés son algunas de las acciones conocidas como violencia obstétrica sobre las que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya alertó en 2014.

Un asunto de salud pública que supone una violación de los derechos humanos fundamentales de las mujeres. Así lo remarca el Comité de Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW).

Este organismo tomaba su primera decisión sobre violencia obstétrica en 2020 precisamente sobre nuestro país. En ella instaba a España a indemnizar a una mujer por las situaciones vividas durante el parto. Así como a asumir políticas públicas destinadas a erradicar dicha violencia.

¿Qué es la violencia obstétrica?

Aunque no existe un consenso global sobre este término, la violencia obstétrica puede considerarse toda aquella ejercida en el plano de la sanidad hacia las mujeres.

El Observatorio de Violencia Obstétrica de España (OVO) la define como “el acto de ignorar la autoridad y la autonomía que las mujeres tienen sobre su sexualidad, sus cuerpos, sus bebés y sus experiencias de gestación y parto”.

Bajo esta definición incluyen acciones derivadas de “ignorar la espontaneidad, las posturas, los ritmos y los tiempos que el parto requiere para progresar con normalidad”. También aquellas que pasan por alto “las necesidades emocionales de la madre y del bebé en cualquier momento del embarazo, del parto y del posparto inmediato”.

Se trata por tanto de un tipo de violencia que según la OMS, puede tener consecuencias adversas sobre la madre o el bebé. A este respecto, un estudio de 2019 vinculó estos abusos con mayor riesgo de depresión posparto.

Toda mujer que espera un hijo puede estar en riesgo de sufrirla. Pero las probabilidades se incrementan en algunas circunstancias:

  • Adolescentes
  • Mujeres solteras,
  • Con un nivel socioeconómico bajo
  • Aquellas que pertenecen a una minoría étnica
  • Inmigrantes
  • Mujeres que padecen VIH

Las prácticas más comunes que se dan en nuestro país

Los datos disponibles sobre este aspecto evidencian, que por ejemplo, en nuestro país, la falta de respeto en el trato, intervenciones innecesarias y ausencia de autorización o información durante el parto se colocan como algunas de las acciones más comunes de ejercerla.

Así se deriva, por ejemplo de un estudio español publicado en el International Journal of Environmental Research and Public Health. Tras analizar más de 17,500 testimonios recogidos entre 2018 y 2019, el 38,3% de las madres percibió violencia obstétrica. Mientras que el 44,4 % sintió que se habían sometido a procedimientos innecesarios o dolorosos. Los cuales fueron realizados sin consentimiento informado en el 83,4% de los casos.

Datos similares se extraen del análisis realizado en 2016 por el OVO sobre 1.921 cuestionarios respondidos por mujeres entre 2015 y 2016.

En más de la mitad de los casos (50,7%) las mujeres no fueron informadas de la intervención que se les iba a realizar, en proporciones semejantes (50,1%) se actuó prescindiendo del consentimiento de las mujeres y a tres cuartas partes (74,7%) no se les permitió elegir la postura en el expulsivo.

Y esto solo en lo relativo a las intervenciones derivadas del parto. Porcentajes iguales se extraen al evaluarse el trato recibido.

Así en un 66% de los casos los profesionales no solicitaron autorización para tratar a las usuarias. En un 33,8% de los casos alguien les dijo que lo estaban haciendo mal y hasta un 35,1% de las mujeres vio puesta en duda su capacidad para amamantar a su recién nacido.

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Causas de la violencia obstétrica

Los expertos coinciden en apuntar a que sus orígenes son multicausales, vinculados a factores sociales y culturales, y de carácter estructural.

Por ejemplo cierta tendencia hacia un trato jerárquico y deshumanizador hacia el paciente que parece acentuarse en el caso de las mujeres embarazadas como muestran los estudios.

A lo que se suma que en términos generales durante el embarazo se priorice la salud física por encima de posibles efectos traumatizantes que puedan surgir en este.

“Esto resulta en un enfoque muy centrado en los buenos resultados clínicos, que, aunque son deseables, pueden desestimar las propias preferencias de las mujeres y conducirlas a intervenciones innecesarias”, subrayó en 2018 Princess Nothemba Simelela, subdirectora general de la OMS para la Familia, la Mujer, la Niñez y la Adolescencia.

A este problema contribuye así mismo la falta de formación y recursos de los sistemas sanitarios, como puso de relevancia en un artículo de El País, Charo Quintana, ginecóloga y miembro del Comité́ Técnico de la Estrategia de Atención al Parto y Salud Reproductiva del Ministerio de Sanidad.

“En la actualidad pocas áreas de partos están adaptadas al nuevo modelo de atención al parto y al nacimiento (…)pocos quirófanos permiten el contacto piel con piel inmediato e ininterrumpido en cesáreas y partos gemelares”, lamentó la experta en 2019.

Cómo prevenir y acabar con la violencia obstétrica

La manera de prevenir la violencia obstétrica pasa por dar a conocer este concepto a las mujeres y hacerlas consciente de los tratos y prácticas que no deberían permitir.

Ahora bien, de esta forma estaríamos depositando todo el peso del problema una vez más en las víctimas.

Por lo que se deben promover y asumir políticas en materia de educación y sanidad destinadas a acabar con ciertas mentalidades y prácticas.

A este respecto, como apuntaba Quintana en el artículo es conveniente la formación de los sanitarios en el nuevo modelo de atención al parto. Este incluye “cuestiones bioéticas como el respeto a la autonomía de las mujeres durante el embarazo o el parto, habilidades de comunicación y en gestión de las emociones”

Una postura similar a la sugerida por la OMS al subrayar que “no podemos mantener nuestro enfoque únicamente en la supervivencia [en el parto]”.

El organismo cree que la “atención de alta calidad” debe tener en cuenta tanto la prestación del servicio como la experiencia de la paciente. Para facilitar este camino sugiere una serie de pautas que sitúan a la mujer y el bebé en el centro del modelo de atención.

Esto incluye:

  • Evitar intervenciones médicas innecesarias,
  • Alentar a las mujeres a moverse libremente durante el trabajo de parto temprano
  • Elegir su posición de nacimiento
  • Tener acompañamiento de su elección en todo momento.
  • También significa garantizar la privacidad y confidencialidad y brindar información adecuada sobre el alivio del dolor.

Asumir estos aspectos en los centros sanitarios podría permitir mejores resultados tanto físicos como emocionales y psicológicos.

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