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Neumonía: qué es, síntomas, características y tratamiento

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La neumonía es una lesión inflamatoria pulmonar en respuesta a la llegada de microrganismos a la vía aérea distal y al parénquima. Cuando ocurre, los alveolos se llenan de líquido y esto hace que la respiración sea dolorosa y limite la absorción de oxígeno.

De entre estos microorganismos infecciosos que causan neumonía, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), los más frecuentes son:

  • Streptococcus pneumoniae: la causa más común de neumonía bacteriana en niños.
  • Haemophilus influenzae de tipo b (Hib): la segunda causa más común de neumonía bacteriana.
  • El virus sincitial respiratorio: es la causa más frecuente de neumomía vírica.
  • Pneumocystis jiroveci: es una causa importante de neumonía en niños menores de seis meses con VIH/SIDA, responsable de al menos uno de cada cuatro fallecimientos de lactantes seropositivos al VIH.

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Síntomas de la Neumonía

De acuerdo con la Sociedad Española de Neumología Cirugía Torácica (SEPAR), los síntomas de la neumonía aparecen con rapidez y pueden incluir: fiebre alta con escalofríos, tos persistente y con expectoración, dificultad para respirar y dolor en el costado. Además, puede ir acompañada de un aumento de la frecuencia respiratoria, palpitaciones o taquicardia, así como sensación de cansancio o confusión.

En España, según los datos del Instituto Nacional de Estadística, la neumonía provoca entre 9.000 y 10.000 muertes cada año. Esta enfermedad afecta de un modo diferente a cada paciente según la edad, el estado de salud de la persona y el germen que la origina. En este sentido, la SEPAR precisa que es más frecuente en varones, en los extremos de la vida (mayores de 65 años y menores de 5 años) y en invierno.

En cuanto a los factores de riesgo más comunes para desarrollar neumonía, destacan:

  • Pacientes trasplantados.
  • Personas con enfermedades crónicas o inmunodeprimidos.
  • Personas con cáncer.
  • Personas con problemas respiratorios crónicos, cardiopatías, enfermedad renal o enfermedad neurológica, diabetes, entre otras.
  • Personas con falta de bazo.
  • Personas con implantes cocleares.
  • El tabaco y el alcohol.

Respecto al diagnóstico de la neumonía, los síntomas descritos más la auscultación del paciente pueden indicar sospecha. A su vez, la demostración radiológica es necesaria para un diagnostico fiable, aunque su sensibilidad no es absoluta. El diagnóstico suele ser un diagnóstico sindrómico, basado en el cuadro clínico y la demostración de un infiltrado pulmonar. Pueden apoyarlo la leucocitosis y otros reactantes de fase aguda, los datos microbiológicos, si se dispone de ellos, y la evolución con tratamiento.

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Tipos y caracaterísticas de la neumonía

La neumonías pueden clasificarse en función a su origen:

Por agente causal

Aquí englobamos a la neumonía neumocócica, neumonía estafilocócica o neumonía por Klebsiella pneumoniae o por Legionella pneumophila.

Por el tipo de afectación anatomopatológica

Nos encontramos en este caso con neumonía lobar, bronconeumonía, neumonía necrotizante, absceso pulmonar y neumonía intersticial.

En función del tipo de huésped

Esta es la clasificación más importante. En función al tipo de huésped, las neumonías que se clasifican en inmunocompetentes o inmunosuprimidos. Esta clasificación resulta esencial porque determina un espectro etiológico totalmente diferente para cada una de ellas.

En las neumonías de inmunodepresión varia su intensidad y su duración e influyen en las principales etiologías a considerar: el diagnóstico diferencial, el pronóstico y el manejo diagnóstico y terapéutico aconsejable.

Ejemplo: La inmunodeficiencia humoral hace más proclive al paciente a neumonías por S. pneumoniae, S. aureus o H. influenzae. La neutropenia predispone a neumonía por S. aureus, bacilos Gram negativos entéricos, Pseudomonas y por hongos (particularmente Aspergillus, o Candida).

La inmunodeficiencia celular específica, como en la infección VIH avanzada, tratamientos inmunosupresores o pacientes trasplantados, predispone a neumonía bacteriana con mucho mayor espectro bacteriano que en los inmunocompetentes incluyendo P. aeruginosa y S. aureus, tuberculosis, neumonía por gérmenes oportunistas como el P. jiroveci, micosis invasivas, L. pneumophila, neumonías virales, citomegalovirus, helmintos o protozoos

En función del ámbito de adquisición

Aquí distinguimos entre las neumonías adquiridas en la comunidad (NAC) o extrahospitalaria, y la neumonía nosocomial o intrahospitalaria (NIH) . Esta diferenciación es muy importante por las diferencias en la etiología microbiana.

La neumonía intrahospitalaria puede definirse como aquella que se desarrolla en pacientes hospitalizados más de 48 horas y que no se estaba incubando en el momento del ingreso.

Esta definición se ha ampliado en las recomendaciones americanas para incluir las neumonías que se producen en personas institucionalizadas en residencias de ancianos u otros centros de cuidados crónicos, en personas que han estado ingresadas en los últimos 90 días, en personas que reciben tratamientos intravenosos domiciliarios, quimioterapia o en pacientes en hemodiálisis.

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Tratamiento de la neumonía

La neumonía de origen bacteriano puede tratarse por vía oral (amoxicilina). Esta puede tratarse en domicilio o en el hospital (se recomienda la hospitalización solamente en los casos graves). La duración del tratamiento depende de cada caso, aunque el promedio está en una semana.

Otras medidas generales que se recomiendan para el paciente son:

  • Beber líquido en abundancia.
  • Guardar reposo relativo.
  • Analgésicos y antitérmicos.
  • Administrar oxigenoterapia según los niveles de oxígeno arterial del paciente.
  • Los casos más graves pueden precisar ventilación mecánica.

Dada la incidencia de la neumonía, es importante resaltar las formas de prevención de la enfermedad. En este sentido, la vacunación es la manera más eficaz de hacerlo. Así, se recomienda la vacuna antigripal a todas las personas mayores de 65 años y de cualquier edad si tiene alguna enfermedad crónica o si están en contacto con grupos de riesgo como ancianos o niños.

Por otra parte, está la vacuna antineumocócica (hay dos: la de polisacáridos y la conjugada 13-valente). En este caso, está recomendada en mayores de 65 años y en cualquier edad en personas con algún factor de riesgo. En menores de 65 años con algún factor de riesgo, incluyendo el tabaquismo, SEPAR recomienda la vacuna conjugada en mayores de 65 años. En personas inmunodeprimidas, sin bazo o con implantes cocleares, se recomiendan ambas vacunas, primero la vacuna conjugada y a partir de los dos meses la vacuna polisacárida.

Finalmente, cabe subrayar otras medidas de prevención, como son:

  • Lavarse las manos con frecuencia.
  • Desechar de manera apropiada los pañuelos.
  • Cubrirse la boca y la nariz al estornudar o toser.
  • La higiene orodental.
  • Dieta saludable.
  • Actividad física.

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Doctora en Medicina y Cirugía
Mi LinkedIn

Licenciada por la Universidad Autónoma de Honduras, con experiencia como médico en Servicio Social. He desarrollado buena parte de mi carrera profesional en España, en áreas tan diversas como Farmacovigilancia y Medicina Asistencial.