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Rosácea: el trastorno del enrojecimiento de la piel

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La rosácea es una enfermedad inflamatoria que afecta a la piel provocando erupciones cutáneas, granitos, sensación de quemazón, pústulas y otros síntomas principalmente como vasos sanguíneos visibles en la cara, nariz y frente.

En este artículo vamos a explicarte qué es la rosácea, qué tipos hay y cuál es su tratamiento. Se trata de una enfermedad que afecta a la piel y, al igual que otras que ya hemos comentado en el blog, como el acné, la psoriasis o la dermatitis, ha de ser tratada adecuadamente. Puede confundirse o con la rubicundez natural de algunas personas.

La rosácea puede afectar a cualquier persona, pero es más frecuente en la mujer de mediana edad, con piel clara. Es una enfermedad incurable, pero el tratamiento pude disminuir los síntomas y controlarlos.

Recuerda que, ante cualquier síntoma, debes acudir a tu médico de confianza para que pueda hacer el diagnóstico preciso y aplicar el tratamiento correcto.

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¿Qué es la rosácea?

La rosácea es una enfermedad inflamatoria benigna de la piel que afecta, principalmente, a la cara, más en concreto a la región centro facial, aunque también puede afectar a los ojos, los párpados e incluso a las estructuras internas.

Según la Sociedad Española de Medicina Interna, la rosácea en la cara es consecuencia de una descompensación térmica facial que induce al rubor facial espontáneo a consecuencia de estímulos muy concretos, llegando a aparecer lesiones llamadas pápulas y pústulas. Incluso se postula que puede deberse a un sistema inmunitario hiperactivo, un factor hereditario o del entorno, o varios de ellos a la vez.

Esta enfermedad afecta a los vasos sanguíneos de la parte central de la cara y, aunque su enrojecimiento es transitorio, también puede llegar a ser permanente. Si la rosácea progresa, es probable que la piel del paciente se vea más afectada, sufriendo otras alteraciones como descamación, edemas o engrosamiento de la piel.

Según los estudios, tanto hombres como mujeres pueden sufrir esta enfermedad, aunque suele ser más frecuente en las mujeres, de piel clara, y edad media de más de 30 años. Se asocia también a fumar.

Tipos de rosácea

La Academia Española de Dermatología y Venereología explica que existen, principalmente, cuatro tipos de rosácea. Estos son:

  • Rosácea eritematosa, llamada también rosácea de tipo 1. Este es el tipo de rosácea leve. Consiste en el enrojecimiento permanente o transitorio facial y se confunde con un rubor continuo que no puede controlarse. Sobre todo se da en nariz y mejillas. Suele doler la piel y sentirse ardor en la zona.
  • Rosácea pápulopustulosa o rosácea de tipo 2. En esta fase es cuando aparecen las lesiones inflamatorias en la piel que, por norma general, suelen confundirse con acné. Menos intensa que el tipo 1, se llama así porque tienden a tener pústulas o pápulas, que son los granitos en las zonas centrales de la cara. No es tan dolorosa ni da tanta sensación de ardor como la rosácea de tipo 1.
  • Rosácea fimatosa o rosácea de tipo 3. Este tipo de rosácea es casi exclusivo en hombres. Su aparición suele ser en la nariz, el mentón, las mejillas o las orejas, y se produce con el paso del tiempo. Se lleva a cabo un engrosamiento del tegumento cutáneo y aparecen las fimas, que pueden estar activas, que es cuando aparecen las lesiones, o inactivas, que es cuando no las hay.
  • Rosácea ocular. En este caso la rosácea aparece en los ojos y es muy difícil de tratar, además de dolorosa. Su diagnóstico suele ser tardío, por lo que es muy importante que ante cualquier síntoma se acuda al médico para que la diagnostique de manera precoz. Es prevalente en mujeres jóvenes. Entre sus síntomas nos encontramos con: ojos irritados, conjuntivitis, etc. Y puede haber visión borrosa aunque no es un síntoma prevalente.

Causas

La causa concreta del enrojecimiento de la piel llamada rosácea se desconoce, aunque los estudios realizados hasta el momento apuntan a dos anomalías:

  • La disregulación neurovascular
  • Y la alteración innata de la inmunidad, con un sistema inmunitario hiperactivo.

En todo ello se sabe que influyen otros factores como, por ejemplo:

  • La genética
  • Las alteraciones de la inmunidad adquirida
  • La alteración de la barrera cutánea
  • La presencia de microorganismos. Son por brotes y pueden desencadenarse por: bebidas calientes, comidas muy picantes, temperaturas extremas, emociones, ejercicio físico extremo, algunos medicamentos para la HTA, algunos productos cométicos.

Síntomas

Los principales síntomas de la rosácea son:

  • Enrojecimiento facial. Es más fácil de detectar en pieles blancas que en pieles morenas y oscuras, puesto que puede confundirse con un rubor.
  • Arañas vasculares. Cuando los vasos sanguíneos de la nariz o las mejillas se rompen, estos se hacen visibles, apareciendo las arañas vasculares.
  • Protuberancias que parecen granos. Otro de los síntomas de la rosácea es la aparición de protuberancias hinchadas que parece acné o incluso que acaban por desarrollarse en granos. Es probable que contengan pus.
  • Calor en la zona. La piel que está siendo afectada por la rosácea puede sentirse caliente y muy sensible, provocando una sensación de ardor en el paciente.
  • Problemas en los ojos. Cuando la rosácea ataca a los ojos, se secan, se irritan y se hinchan. A veces estos síntomas oculares preceden a los síntomas cutáneos.
  • Nariz bulbosa. Con el paso del tiempo es probable que la piel de la nariz se engrose. Esto sucede con mayor frecuencia en los hombres que en las mujeres.

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tratamientos contra la rosácea

Tratamientos para la rosácea

Existen diferentes tipos de tratamientos para la rosácea pero cabe destacar que ninguno de ellos es definitivo. Estos se centran en controlar los signos y síntomas.

Aun así, lo primero que hay que hacer, ante la aparición de cualquier síntoma, es acudir al dermatólogo, que éste analice nuestro caso y recomiende cuál es el tratamiento que mejor puede funcionar.

Aplicando un tratamiento o no, es fundamental mantener una piel sana porque, con ella, podremos hacer frente a los tratamientos que sean necesarios.

Los más comunes son:

  • Tratamiento tópico. Son a base de cremas con medicamentos y es la primera opción que los expertos aconsejan para ver la reacción y tolerancia de nuestra piel. Las cremas más utilizadas suelen llevar metronidazol, ácido azelaico, retinoides o derivados de la vitamina A. La brimonidina y la oximetazolina reducen el rubor y estrechan los vasos sanguíneos (arañas).
  • Tratamiento oral. Cuando el paciente sufre una rosácea moderada o grave y con las cremas no se controla, es cuando el dermatólogo aconseja cambiar de tratamiento e incorporar la toma de comprimidos orales, como la doxiciclina, que es un antibiótico que se prescribe para la rosácea moderada a grave. Suelen ser más efectivos y se inicia con antibióticos orales aunque si estos tampoco funcionan, se recetan retinoides como la isotretinoína, que es un medicamento potente oral para el acné, que también ayuda a las lesiones acneicas de la rosácea. No se puede usar durante el embarazo.
  • Uso del láser. El láser es un tratamiento muy efectivo para la rosácea y está destinado a eliminar el enrojecimiento persistente. Fundamentalmente se destruyen las estructuras alteradas de la piel, pero para que los resultados sean visibles se necesitan varias sesiones. No podemos usar esta técnica en pieles más morenas o en piel negra, ya que provoca decoloración de la misma.
  • Tratamiento ocular. El oftalmólogo es quien decidirá cuál es el tratamiento adecuado, considerando si es adecuado utilizar colirios con o sin corticoides.

Es importante mantener una piel sana e hidratada, sobre todo en verano. Y ante la aparición de cualquier síntoma que perdure y no sea normal en nuestra piel, acudir al médico especialista para que pueda llevar a cabo las pruebas que considere oportunas.

El propio médico será quien diagnostique la rosácea y evalúe cuál es el tratamiento idóneo para cada caso.

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Doctor en Medicina y Cirugía

Profesional con 33 años de experiencia en diferentes estructuras sanitarias. De ellos ,14 años en medio asistencial, como médico generalista y como médico de empresa. Control de incapacidades ITCC en Mutua de accidentes de trabajo. En la gestión sanitaria, como director/gerente médico, en 2 compañías de seguros , 1 de prevención de riesgos laborales  y 1 de gestión asistencial.