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¿Qué son los antibióticos y cuándo tomarlos?

persona tomando antibioticos

España, como otros países del sur de Europa, se ha caracterizado desde hace tiempo por un elevado uso de antibióticos y, paralelamente, por una elevada tasa de resistencia. El uso de antibióticos llegó a su punto más álgido en el año 2014, momento en el que su consumo injustificado era tan elevado que provocaba que la resistencia bacteriana a ciertas enfermedades fuera excesiva, lo que supone un grave riesgo para las personas y los animales.

A partir de entonces, y en base a la Comunicación de la Comisión Europea el 17 de noviembre de 2011, el Ministerio de Sanidad, en colaboración con la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, idearon el primer Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), para reducir el uso abusivo de estos fármacos y así evitar que las bacterias sean resistentes a ellos y puedan ser eliminadas.

Es cierto que durante la pandemia el uso y prescripción aumentó considerablemente, aunque luego se ha ido moderando de forma gradual hasta volver a unos niveles más normales.

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Se calcula que la resistencia a antibióticos causa unas 3.000 muertes al año en España, y 33.000 en Europa. Por ello, hay que tomarlos bajo prescripción médica cuando realmente sea necesario y no abusar, para que hagan su función y nos ayuden a mejorar nuestra salud.

¿Qué son los antibióticos?

El primer antibiótico que se descubrió fue la Penicilina y, sin duda, fue uno de los grandes avances científicos para la humanidad. A raíz de ella, se han ido descubriendo otros tipos de antibióticos que han salvado muchas vidas. Precisamente, el grupo de las penicilinas es el más usado en España (62%).

Los antibióticos son fármacos creados por el ser humano que sirven para ayudar al organismo a luchar contra las infecciones provocadas por bacterias. El antibiótico mata la bacteria o impide que ésta se siga multiplicando, aunque no con todas las bacterias es necesario el uso de antibióticos, como sucede con la sinusitis por ejemplo, y es por ello que debe ser el médico quien dictamine cuándo es necesario según el caso y el paciente.

Es muy importante saber que los antibióticos no se pueden tomar para cualquier tipo de infección, ya que en aquellas que son virales, y no bacterianas, no ejercen ningún efecto positivo, pero sí pueden desencadenar efectos negativos en la persona que los ha ingerido.

Expertos en salud humana, sanidad animal y medioambiente subrayan la necesidad de trabajar bajo el enfoque integrador “One Health” o de “una única salud” para evitar futuras pandemias.

Tipos de antibióticos

Los tipos de antibióticos pueden clasificarse según su clase, sus propiedades, su espectro de acción, su estructura o según el tipo de bacteria sobre las que actúan.

Pero, por norma general, suelen clasificarse según su espectro del siguiente modo:

  • De amplio espectro, que son todos aquellos antibióticos capaces de combatir diferentes tipos de bacterias.
  • De espectro reducido, que son aquellos que solo son eficaces ante un determinado grupo de bacterias.
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A continuación, veremos los diferentes grupos de antibióticos más utilizados.

Penicilinas o Betaláctamicos

En este grupo se encuentra la amoxicilina o la ampicilina, y sirven para tratar enfermedades como la amigdalitis, infecciones de la piel, la neumonía o las infecciones urinarias.

Macrólidos

Dentro de los macrólidos están los antibióticos como la eritromicina, la claritromicina o la azitromicina y que además aportan un efecto antiinflamatorio.

Son más específicos para tratar las enfermedades respiratorias, los órganos reproductivos o las enfermedades de transmisión sexual.

Aminoglucósidos

Entre los aminoglucósidos están la gentamicina o la tobramicina. Están más orientados a prevenir infecciones oculares tras una cirugía o a eliminar las infecciones ya contraídas como, por ejemplo, la conjuntivitis.

Tetraciclinas

En el grupo de las tetraciclinas encontramos la doxiciclina, que está destinada a prevenir la propagación y multiplicación de las bacterias, ya sea en la piel, en los ojos, en el sistema urinario o en el digestivo. También son muy eficaces para combatir las infecciones provocadas por parásitos.

Polienos

La nistatina y la anfotericina B son los principales antibióticos de este grupo y se utilizan como fungicidas para las infecciones de la piel y las mucosas provocadas por hongos.

Polipéptidos

Entre los polipéptidos está la actinomicina, la polimixina B o la bacitracina y son eficaces para curar infecciones de la vejiga, del oído externo o de las zonas oculares externas.

Quinolonas

Las quinolonas son antibióticos sintéticos que se utilizan para tratar infecciones bacterianas afectando la replicación del ADN. Son eficaces contra bacterias grampositivas y gramnegativas, siendo comúnmente recetadas para infecciones del tracto urinario, respiratorias y gastrointestinales.

Sulfonamidas y Trimetroprim

Las sulfonamidas, como el sulfametoxazol, son antibióticos que actúan interfiriendo con la síntesis de ácido fólico en las bacterias, lo que es esencial para su crecimiento y reproducción. Por otro lado, el trimetoprim también interfiere con una etapa diferente en la síntesis del ácido fólico.

A menudo se combinan en un solo medicamento para mejorar su eficacia. Juntos, forman una combinación conocida como cotrimoxazol o trimetoprim-sulfametoxazol y se suele recetar para tratar infecciones respiratorias o de la piel.

💡 Repasamos las pautas para tomar medicamentos sin peligro en este otro artículo.

tipos de antibioticos con recetas

¿Qué es la resistencia a los antibióticos?

Los antibióticos son de gran utilidad para combatir a las bacterias que afectan a nuestro organismo pero, si se hace un uso excesivo o no adecuado de ellos, se produce el efecto contrario, es decir, la resistencia a los antibióticos, como explica la Organización Mundial de la Salud.

¿Esto qué quiere decir? Pues que al tomar antibióticos cuando no corresponde, o tomar aquellos que no son específicos para la infección que se presenta, las bacterias se hacen más fuertes y resistentes, siendo mucho más complicado poder controlarlas y eliminarlas, por lo que las infecciones van a más y se convierten en enfermedades mucho más graves.

Así pues, es de vital importancia que solo se tomen antibióticos cuando el profesional sanitario lo considere necesario y así lo prescriba. El paciente no puede pedir a su médico que le recete antibióticos, puesto que no está cualificado para saber cuándo y cuál debe tomar. Debe seguir las indicaciones pautadas por los profesionales y no tomar restos de antibióticos que queden por casa que han sido recetados a otras personas o incluso a nosotros mismos para otras enfermedades.

¿Cómo tomar antibióticos?

Para saber cómo tomar antibióticos debemos hacer caso, siempre, a las indicaciones que el médico nos haya dado al recetarlos.

El profesional médico es quien dictará la pauta de horas en las que hay que tomarlos. Algunos hay que tomarlos cada 8 horas, otros cada 12 y otros cada 24 horas. Algunos de los antibióticos solo necesitan una pauta de 3 días, otros de 7 y otros incluso de 10 días, pero solo los expertos sanitarios pueden darnos las pautas de cómo tomarlos en función del diagnóstico que nos haya dado.

Además, en algunos casos los antibióticos se toman por vía oral o por vía intravenosa, así que es importante no automedicarse y acudir al médico de confianza para que valore el estado de salud del paciente, haga un diagnóstico y recete la medicación adecuada para cada enfermedad.

También hay que tener en cuenta la sanidad animal y agrícola, con unas cuantas pautas, como:

  • Velar por que los antibióticos administrados a los animales —incluidos los animales de compañía y los destinados a la producción de alimentos— sólo se utilicen para el tratamiento de enfermedades infecciosas y siempre bajo supervisión veterinaria.
  • Vacunar a los animales con miras a reducir la necesidad de antibióticos e ideando métodos alternativos para su uso en la producción de plantas.
  • Promover y aplicar buenas prácticas en todas las etapas de la producción y el procesamiento de alimentos, tanto de origen animal como vegetal.
  • Adoptar sistemas sostenibles con niveles mejorados de higiene, bioseguridad y manejo de los animales sin estrés.
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Los antibióticos y el alcohol

Por último, conviene recordar que los antibióticos y el alcohol no son una buena combinación. No se debe ingerir alcohol mientras se esté haciendo un tratamiento con antibióticos.

Los antibióticos pueden tener ciertos efectos secundarios como vómitos, diarrea, dolor estomacal, malestar general o, entre otros, dolores de cabeza, y el consumo de alcohol solo conseguirá que estos efectos secundarios se amplíen. Además, pese a la creencia errónea de que la mezcla de antibióticos y alcohol disminuye los efectos del medicamento, sí es cierto que el alcohol reduce la energía del cuerpo y, por tanto, sea mucho más difícil poder superar la enfermedad de forma rápida.

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Alvar Ocano
Doctor especialista en Medicina Familiar

Licenciado en Medicina y Cirugía, en la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria, con más de 29 años de experiencia. En mi formación cuento además con un Máster en Salud Pública y Epidemiología y con un Máster en Cuidados paliativos.