¿Cómo afecta el invierno a las personas?
Ahora que llega el invierno, una pregunta recurrente es: ¿cómo afecta el invierno a las personas? La mayoría de las personas, puestos a elegir, probablemente elegiríamos el verano como el mejor momento del año. Si la elección la tomará nuestro cerebro de manera independiente, la respuesta no sería la misma.
De hecho, la influencia estacional cuando llega el invierno o el verano en el funcionamiento de nuestro cerebro es mucho más importante de lo que veníamos creyendo hasta ahora. Y, en el caso de la imagen del verano y el invierno como estaciones contrapuestas, el resultado para nuestro cerebro es realmente sorprendente.
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¿Es el frío psicológico?
Que el frío es psicológico es un mito, ya que es una respuesta fisiológica ante las temperaturas bajas que experimenta nuestro cuerpo y otros factores externos, que activan los termoreceptores de la piel. Debido a esto, el cuerpo reacciona para mantener una temperatura adecuada y protegerse.
Sin embargo, sí se podría decir que la sensación de el frío es mental. Esto se debe a que, en ocasiones, podemos sentir frío sin que hagan bajas temperaturas, como por ejemplo cuando no comemos o sentimos estrés derivado de emociones fuertes. Existe lo que conocemos como “sensación térmica” o la percepción del frío, que puede estar influenciado por factores psicológicos y ambientales (humedad, viento, ropa que utilizamos o nuestra respuesta psicológica al frío)
Aunque neguemos que el frío el psicológico, sí que puede afectar a nuestro cerebro. De esta forma, cuando llega el invierno, existe un impacto sobre nuestro cerebro, igual que cuando llega el verano. Si quieres saber cómo afecta el invierno a las personas, quédate y te lo cuento.
El invierno rejuvenece tu cerebro
Generalmente hemos asociado el invierno con un periodo del año más relacionado con la depresión, la poca productividad o la pereza. Cuando llega el invierno, el frío parece que nos empuja a quedarnos en casa y que ralentiza nuestro rendimiento. Sin embargo, resulta ser todo lo contrario, diferentes estudios avalan que nuestro cerebro no solo no funciona peor en invierno, sino que, de hecho, lo hace mejor que en verano.
Un estudio publicado en el diario Clinical Psychological Science sobre más de 30.000 encuestas realizadas en adultos norteamericanos, mostraban que la depresión no se relacionaba con factores de altitud, estación o luz solar. Esto venía a rebatir la teoría de que la estación del año influye en los trastornos afectivos y emocionales debido a la reducción de la exposición al sol.
Pero hay más. La investigación Seasonality in human cognitive brain responses, publicada en el diario Proceedings of the National Academy of Sciences, quiso profundizar en la relación del funcionamiento del cerebro en las diferentes estaciones del año. Se realizó para ello un estudio en el que se realizaban pruebas sobre el funcionamiento cerebral, la atención y el estado de ánimo de las personas sujetas al estudio. Además, se medían los niveles de melatonina, una hormona que interviene en la regulación del sueño.
El resultado fue sorprendente, ya que un porcentaje de los encuestados resultaba estar más alerta en invierno que en verano, desechando la idea general del aletargamiento de nuestro cerebro cuando llega el invierno. Esto vendría a decir que, da igual el momento del año, ya que nuestro cerebro no solo mantiene niveles de atención similares, sino que, cuando llega el invierno, estos niveles pueden incluso aumentar.
De hecho, el funcionamiento del cerebro mejora y tiende a comportarse de una manera similar a si hubiera rejuvenecido. Esto no significa que tu cerebro envejezca durante el verano, sino que el verano no le sienta tan bien como tal vez pienses.
💡 Si te interesa saber cómo cuidar el cerebro, te enlazo nuestro artículo con consejos al respecto.
A tu cerebro no le gusta tanto el verano
En los diferentes consejos de salud que recibimos año tras año en el verano, pocas veces se nos recuerda que a nuestro cerebro no le sienta tan bien como pensamos esta estación del año. Sobre todo, cuando se vive en un país de altas temperaturas, como el nuestro.
El motivo fundamental es la interferencia del calor en la actividad del hipotálamo. Esta parte de nuestro organismo, entre otras funciones importantes, se ocupa de regular la temperatura corporal. Todo esto se traduce en cuestiones más evidentes, como que dormimos peor llegando a padecer insomnio, o más sutiles, como la ralentización del impulso nervioso por encima de los 30°C, provocando cansancio y fatiga.
Obviamente, se trata de cuestiones sutiles, que no tienen una influencia directa clave en temas como la esperanza de vida, pero sí resultan interesantes a la hora de analizar trastornos emocionales que, hasta hace poco, se relacionaban de manera muy directa con el momento en que llega el invierno.
Así, aprovecha el invierno, practica deporte y alarga tu vida, mantén una ingesta adecuada, rica en acido fólico y vitamina B12 que son los principales nutrientes de nuestro cerebro, revisa tu rutina de sueño, debiendo dormir al menos 8 horas, cultiva tu mente y deja que tu cerebro trabaje a tope; está preparado para ello.
💡 Realizar ejercicio físico es muy beneficioso para nuestro físico, pero también para nuestro cerebro. Por ello, te enlazo nuestro artículo sobre los beneficios del deporte sobre el cerebro, por si te sirve como último empujón para empezar a practicarlo.
¿Qué es el trastorno afectivo estacional?
El trastorno afectivo estacional, también conocido como depresión estacional, es un trastorno del estado de ánimo. Este, se da al inicio de las estaciones más frías, es decir, el otoño y el invierno. Con el inicio de estas estaciones, los días son más cortos porque las horas con luz solar empiezan a ser menos.
💡 Te enlazo nuestro artículo sobre qué pasa en el cerebro de una persona con depresión, para que sepas por lo que puede estar pasando una persona con trastorno afectivo estacional, ya que los síntomas son similares.
Así, los síntomas de la depresión estacional que puede estar padeciendo una persona con trastorno afectivo estacional invernal son:
- Mal humor persistente
- Irritabilidad
- Bajos niveles de energía
- Apatía constante
- Tristeza permanente
- Demasiadas horas de sueño
- Comer demasiado a causa de la ansiedad, recurriendo frecuentemente a alimentos altos en carbohidratos
- Sentir desesperanza
- Tener una actitud pesimista
- No tener interés por actividades por las que antes sí se interesaba
- Aislamiento social
- Dificultad de concentración
- No tener ganas de vivir o sentir que no vales para nada
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Este tipo de trastorno afectivo estacional se da más en mujeres que en hombres, suele aparecer en torno a los 20-35 años y la tendencia es decreciente según avanza la edad. Pudiendo llegar a afectar al 15% de la población.
Algunos estudios que se han realizado a pacientes con trastorno afectivo estacional sugieren que el origen del trastorno se debe más a la luz solar que a la temperatura, ya que, dichos pacientes, afirman preferir días fríos pero luminosos, a días calurosos pero nublados.
Para el tratamiento de trastorno afectivo estacional, las principales herramientas terapéuticas que se suelen utilizar son:
- Terapia lumínica: se trata de una lámpara que estimula la exposición solar. Esta se usa principalmente cuando hay poca luz natural (sol) que sería el tratamiento ideal.
- Psicoterapia: terapia cognitiva-conductual.
- Tratamiento farmacológico: lo más común suelen ser los antidepresivos.
- Otros remedios serían aromaterapia o ejercicios, que irían unidos a un cambio de estilo de vida, procurando estar el mayor tiempo fuera de casa.
¿Qué es el miedo al frío o criofobia?
Existen muchos tipos de fobias y, entre ellas, encontramos la criofobia, es decir, el miedo al frío. La criofobia se define como un miedo al frío extremo, de una forma constante e irracional. Las personas con miedo al frío presentan síntomas de ansiedad frente a la idea de pasar frío, pese a saber que ese miedo es infundado y que no corren un peligro real. Esta ansiedad puede llegar a derivar en ataques de pánico.
En ocasiones puede estar relacionado con vivencias anteriores traumáticas como hipotermias o situaciones extremas al frío. Estas personas pueden experimentar sintomas similares a otros trastornos de ansiedad como sudoración, taquicardia, dificultar para respirar, cuando se encuentran en entornos fríos.
Las consecuencias que sufren las personas con criofobia en su día a día pueden ser:
- No beber ni comer alimentos que estén fríos
- Abrigarse en exceso
- Quedarse en casa en días de temperaturas bajas
- Vivir en lugares donde el clima sea generalmente cálido
El tratamiento más común para la criofobia o miedo al frío es la terapia psicológica, en concreto la terapia cognitiva-conductual. La comprensión de la criofobia desde la psicológia nos permite ofrecer un apoyo adecuado a quienes la padecen, promoviendo así su calidad de vida y bienestar emocional. También puede darse el uso de fármacos, sobre todo para el tratamiento de los síntomas de ansiedad.
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