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¿Qué es el síndrome del impostor? ¿Cómo detectarlo?

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El síndrome del impostor es la creencia de no estar a la altura de lo que los demás creen que se es, es decir, es estar convencidos de que no se es suficiente para ser lo mejor que se puede ser.

Aunque se denomina “síndrome” no es ningún trastorno de salud mental. Es más bien un fenómeno dado por el que las personas consideran que sus logros poco tienen que ver con su capacidad, sino que son consecuencia de la suerte, los contactos personales, las colaboraciones con otras personas, su encanto personal y/o la coincidencia de haber estado en el momento y lugar oportunos. Por ello, llegan a pensar que no son merecedoras de los objetivos conseguidos y por eso les cuesta aceptar los elogios.

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¿Quién sufre el síndrome del impostor?

El término Síndrome del Impostor fue acuñado en 1978 por las psicólogas Paulina Clance y Suzanne Imes, mediante un estudio denominado “El Síndrome del Impostor en mujeres de alto rendimiento”, donde encontraron que esta conducta de infravaloración estaba presente en una muestra de 150 mujeres con un perfil de gran éxito laboral.

Puede parecer entonces que este síndrome lo padecen más mujeres que hombres, pero no es así. No hay una diferencia clara en el número de hombres y mujeres que experimentan el síndrome del impostor, pero sí parece que hay menos hombres dispuestos a admitirlo abiertamente, influenciado esto por la cuestión cultural y educacional, en cuanto a la dificultad de la expresión emocional en este sexo.

Lo que sí está claro es que este síndrome está presente en personas con éxito, que acumulan muchos logros y triunfos, y no se creen merecedores de ello.

¿Qué hacer si tienes el síndrome del impostor?

Algunas estrategias útiles para dejar de sentir que no se está a la altura pueden ser:

  • Compartir con otras personas este sentimiento, y darse cuenta de que no se es un ser único y extraño.
  • Reconectar con tu propio valor, a través del reconocimiento de los propios logros, así como del reconocimiento de la experiencia, habilidades y fortalezas personales. E incluso, es aconsejable acompañar o enseñar a otras personas (mentorazgo).
  • Resignificar el vínculo con los errores y los fracasos. Aceptar que somos humanos y darse permiso para cometer errores, o para no llegar al más alto grado de perfección en el desarrollo de las tareas.
  • Aceptar y agradecer. Es necesario aceptar las felicitaciones y los elogios, sin subestimar el esfuerzo, el conocimiento y la experiencia que se ha dedicado para alcanzar los logros obtenidos. Así mismo, es importante aprender a utilizar los comentarios “negativos” a favor nuestro, no identificándose con el comentario, sino observándolo como la interpretación de una persona sobre el desempeño laboral, pero no como una “definición” de la persona en sí.
  • Rediseñar la conversación interna. Hablarse a sí mismo como se haría a una persona muy querida e importante. Hacerse responsable del propio pensamiento (lo que nos decimos está en nuestra mente), aceptando esos pensamientos sin juzgarlos, y, sobre todo, detectar la autoagresión y poner límites.
  • Dudar de las certezas que hagan sentirse un fraude. Dejar de identificarse con etiquetas que limitan, dudar de que se es el peor, disminuir la intensidad o eliminar esos pensamientos que hacen sentirse un fraude o que no se está a la altura, para poder reemplazarlos por otros más funcionales.
  • Construir el futuro deseado desde el presente. Conectar con lo que queremos lograr (objetivos cercanos) y así poder realizar los cambios necesarios, reencuadrando las propias expectativas, y creando nuevas afirmaciones que generarán nuevos pensamientos.
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¿Cuál es la causa fundamental del síndrome del impostor?

Hay una serie de factores que impactan en nuestra sensación de no estar a la altura:

  • Un bajo nivel de amor propio, autoestima, falta de confianza en sí mismo y autoconfianza.
  • Las comparaciones que hacemos con otras personas tendiendo a desvalorizarnos.
  • La autoexigencia con altas expectativas que nos agobian.
  • La difícil relación que tenemos desde niños con nuestros errores y fracasos, viviendo en una sociedad una sociedad exitista, marcada por una mirada binaria de éxito-fracaso.
  • La atribución de nuestro éxito a causas externas.
  • La forma en la que nos hablamos a nosotros mismos, generando etiquetas que nos definen y nos imposibilitan el cambio.
  • El lugar privilegiado que les damos a las opiniones de los demás.
  • Las distorsiones cognitivas, esas formas erróneas que tenemos de procesar la información, es decir, de darle sentido e interpretar lo que sucede.

¿Cuántas personas tienen el síndrome del impostor?

Aunque el estudio más divulgado dice que el 70% de las personas han experimentado en algún momento de su vida esta sensación, los números de un estudio a otro difieren, pero aquello de lo que no queda duda es que son abrumadores para ser un tema del cual se habla tan poco, probablemente por pensar: “solo me pasa a mí”.

Este fenómeno afecta a personas de todos los ámbitos de la vida, desde estudiantes hasta profesionales experimentados, y puede surgir en diversas situaciones, como en el lugar de trabajo, en la escuela o en las relaciones personales.

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¿Las personas inteligentes tienen el síndrome del impostor?

El síndrome del impostor no está limitado por el nivel de inteligencia de una persona. De hecho, muchas personas altamente inteligentes y con grandes talentos pueden experimentarlo.

El síndrome del impostor surge de una discrepancia entre los logros externos percibidos de una persona y su propia percepción interna de competencia.

Las personas que son inteligentes también pueden dudar de sus habilidades y sentir que no merecen su éxito, lo que puede conducir al síndrome del impostor.

La autoestima, la autoconfianza y la percepción personal juegan un papel importante en la experiencia de este fenómeno, independientemente del nivel de inteligencia de una persona.

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¿Se diagnostica el síndrome del impostor?

El síndrome del impostor no es reconocido oficialmente como un trastorno psicológico en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) o en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11). En lugar de ser diagnosticado como una condición médica o psicológica específica, el síndrome del impostor es más bien un fenómeno psicológico que se caracteriza por sentimientos de duda, inseguridad y la creencia persistente de que uno no merece su éxito o logros.

Aunque no se diagnostique formalmente, los profesionales de la psicología pueden reconocer y tratar el síndrome del impostor utilizando diversas técnicas terapéuticas, como la terapia cognitivo-conductual, la terapia de aceptación y compromiso, y el entrenamiento en habilidades sociales.

La psicoterapia puede ayudar a las personas a manejar estos sentimientos de inadecuación y desarrollar una perspectiva más realista y positiva sobre sí mismas y sus logros.

Psicóloga

Licenciada en Psicología, Máster en Trastornos Postraumáticos, Técnico Superior en Prevención de Riesgos Laborales, Experta en Psicología de Emergencias y Catástrofes por el Consejo General de la Psicología de España, miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Psicología Aplicada a Desastres, Urgencias y Emergencias (SEPADEM), Coordinadora del Grupo de Intervención Psicológica en Emergencias y Catástrofes del Colegio Oficial de Psicólogos del Principado de Asturias, y Vicepresidenta de la Federación Internacional de Psicología en Emergencias (FIPE-IFEP). Más de 20 años de experiencia en asesoramiento psicológico e impartición de actividades formativas presenciales y online.

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