Mitos y verdades de la nutrición: cómo no dañar tu salud
Los estudios científicos amplios y rigurosos sobre nutrición son aún relativamente recientes, quizás por esto el área de la alimentación y la nutrición se ha llenado de mitos, mentiras o medias verdades, que durante décadas han calado hondo en la población. Por eso, esperamos que este artículo sobre mitos y verdades de la nutrición, te ayude a reconocer qué informaciones son falsas o no son del todo ciertas.
Si quieres informarte sobre cómo alimentarte mejor puedes consultar webs de referencia como la de la guía canadiense de alimentación, que está entre las que recoge las investigaciones más actuales. En ellas se concluye, entre otras cuestiones, que debemos incrementar notablemente nuestro consumo de vegetales. Otras webs oficiales, por desgracia, están bastante más desfasadas.
Los propios profesionales tenemos parte de responsabilidad en ello. Muchos, con la mejor de las intenciones, difunden antiguos estudios hechos en animales que no se corresponden con los resultados obtenidos posteriormente en humanos. Otros incluso repiten “eslóganes” que algunos lobbies interesados han conseguido colarnos como información científica.
Por eso tenía tantas ganas de escribir este artículo, para poner de relieve los mitos y verdades de la nutrición ¿Y a ti? ¿Te apetece descubrirlos? Pues te voy a contar los mitos que son más dañinos para tu salud:
- Los cereales deben ser la base de tu alimentación.
- El azúcar es muy importante para el cerebro.
- Los lácteos son imprescindibles.
Lo cierto es que hay unos cuantos más, y si nos sigues te prometo que te los iré descubriendo todos, pero es mejor ir poco a poco. Esa es la manera más adecuada de aprender, y también de incorporar a tu día a día los cambios alimentarios que te harán ganar en salud. Vamos con esos mitos y verdades de la nutrición.
Índice
Principales mitos y verdades de la nutrición
Los cereales deben ser la base de tu alimentación
Esta afirmación carece de toda lógica y es absolutamente falsa. Si lo pensamos un poco durante milenios la base de nuestra alimentación fueron los vegetales, ya que la mayor parte de nuestra historia evolutiva hemos sido cazadores-recolectores.
De hecho los estudios antropológicos indican que la recolección era nuestra principal actividad, a la que dedicábamos muchas horas al día. Mediante la recolección conseguíamos una gran variedad de vegetales, que además son el grupo de alimentos más nutritivo.
Es precisamente a esos nutrientes y a otras moléculas que les acompañan, como antioxidantes y fibras, a los que nuestra fisiología está mejor adaptada. Los necesitamos por tanto para “funcionar” de manera óptima.
Desde luego los cereales tienen algunos beneficios, el trigo en sus diferentes formas: pan, espaguetis, sopas…, u otros granos similares: el arroz, el maíz, el centeno… Todos ellos nos aportan una elevada cantidad de hidratos de carbono, que si realizamos una actividad física intensa son muy interesantes.
El problema es que en una sociedad que, en general, cada vez es más sedentaria, no tiene sentido establecerlos como la base de la alimentación, pues además son menos nutritivos que la gran mayoría de los vegetales.
Según las recomendaciones más actuales, cuando vayas a comer debes de tener en cuenta que los cereales y sus derivados, como el pan, no deben de superar un cuarto de tu plato, salvo si realizas ejercicio de manera muy activa.
El azúcar es muy importante para el cerebro
El azúcar que se incorpora a los alimentos no solo no es beneficioso sino que es perjudicial. La confusión es entendible, pues nuestro cerebro extrae su energía mayoritariamente de glucosa, y la glucosa es una molécula presente en la mayoría de azúcares.
En cualquier caso esta vez en lo que debemos fijarnos es en la cantidad, porque nada en exceso es bueno, y de eso peca la dieta habitual en occidente, tal como puedes ver en esta nota informativa de la Organización Mundial de la Salud sobre el consumo de azúcares.
Desde el origen de nuestra especie la glucosa se obtenía descomponiendo moléculas de hidratos de carbono (glúcidos) complejos presentes en alimentos ricos en fibras, como los tubérculos, o también en pequeñas cantidades por las frutas correspondientes a cada temporada.
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Hoy en día hay una gran abundancia de glúcidos complejos, pero sin fibra, y también muchos azúcares, de muy rápida absorción, lo que hace que nos sea más difícil metabolizarlos correctamente. ¿Y dónde los encontramos? Pues en la mayoría de panes, galletas, cereales, yogures, zumos, refrescos…
El consumo frecuente de estos productos hace que la glucosa sanguínea esté relativamente alta, varios puntos por encima de lo que encontramos en las sociedades con estilos de vida tradicional.
¿Consecuencia? A través de diversos mecanismos esa glucosa favorece el daño en las neuronas, a las que “les cuesta más” producir energía, y también se dañan los vasos sanguíneos que irrigan al cerebro.
Estas dos alteraciones, junto con otros cambios que produce la glucosa habitualmente elevada, hacen que seamos más susceptibles a padecer demencias y neuropatías. Por tanto obtén tu glucosa preferentemente de frutas, hortalizas y tubérculos, tus neuronas te lo agradecerán.
Los lácteos son imprescindibles
Si fuera así no se cómo es posible que sociedades cazadoras-recolectoras que aún encontramos en lugares recónditos, como las selvas de Centroamérica, no padezcan osteoporosis sin consumir más leche que la materna.
Para ser justos estas poblaciones son mucho menos sedentarias que las nuestras, lo cual desde luego es muy importante para mantener nuestros huesos en forma, pero es que hay mucho más, y es que los lácteos son un tema aún hoy polémico.
La Universidad de Harvard, con un gran historial de investigación en el área de la nutrición y la salud, recomienda que se consuman, como máximo 1 o 2 raciones al día. Si te interesa puedes ver más en este artículo suyo sobre los lácteos, basado en sus muchos estudios.
¿Y por qué esta restricción? Pues porque los lácteos tienen algunos beneficios, eso está muy contrastado, pero resulta que cantidades superiores a 2 raciones de lácteos de vaca al día, se vinculan con un aumento de algunos tumores, como el de próstata y ovario. Por tanto la limitación tiene todo el sentido.
Esto debe de animarnos a descubrir e incorporar en abundancia nuevas fuentes de calcio, pues es un mineral muy importante para los huesos, el corazón, los músculos… Por un lado los lácteos fermentados de cabra y oveja, como el yogur, parecen aportarnos más beneficios y menos riesgos que los de vaca, así que son una opción a contemplar.
Por otro lado hay varios vegetales y semillas con un interesante contenido en calcio: almendras, sésamo, espinacas, brócoli e incluso las algas si te gustan los sabores intensos. Todos ellos serán tus aliados para no descuidar el aporte de calcio y mantener una mejor salud global.
¿Qué te han parecido este artículo sobre mitos y verdades de la nutrición? ¿Te han sorprendido? Pues ahora que los conoces procura tenerlos en cuenta, lo importante es pasar a la práctica, así mejorarás tu alimentación y con ella tu salud global.
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