Qué es una contractura muscular y cómo tratarla

Los problemas musculares son una de las causas más comunes de dolor físico y limitación funcional tanto en personas activas como en aquellas con un estilo de vida sedentario. Estos trastornos pueden surgir por múltiples factores, como el sobreesfuerzo, una mala postura mantenida en el tiempo, la falta de calentamiento previo al ejercicio o incluso el estrés emocional, que se somatiza frecuentemente en forma de tensión muscular. Dentro de este amplio espectro, la contractura muscular ocupa un lugar destacado.
Se trata de una contracción involuntaria y persistente de una o varias fibras musculares que no ceden ni siquiera en reposo. Esta rigidez puede generar dolor localizado, sensación de tirantez, pérdida de movilidad y, en algunos casos, irradiación del dolor hacia otras zonas. Detectarlas y tratarlas a tiempo es clave para evitar que deriven en lesiones más graves.
Índice
Qué es una contractura muscular
Como hemos señalado, una contractura muscular es una contracción involuntaria, continuada y dolorosa de un músculo o de algunas de sus fibras, que se mantiene incluso en reposo y que le impide volver a su estado de relajación normal. A diferencia de los calambres, que son espasmos intensos pero breves, las contracturas pueden durar desde horas hasta varios días si no se tratan adecuadamente.
Se producen cuando el músculo sufre un exceso de tensión o esfuerzo:
- Tras un ejercicio intenso.
- Malas posturas prolongadas.
- Estrés.
- Por falta de hidratación y electrolitos.
Durante una contractura, las fibras musculares quedan acortadas y tensas, lo que reduce la circulación sanguínea local, produce dolor y puede limitar el movimiento. Aunque no es una lesión grave, sí requiere atención para evitar que se repita o derive en problemas más complejos, como descompensaciones musculares o lesiones tendinosas.
¿Qué síntomas produce una contractura?
Una contractura muscular puede provocar una variedad de síntomas que varían en intensidad según el músculo afectado, la causa y el tiempo de evolución. Los más comunes son:
- Dolor localizado: es el síntoma principal. Suele ser punzante o persistente, y puede aumentar con el movimiento o al tocar la zona afectada. Si la contractura afecta un músculo profundo o cercano a nervios, puede extenderse a otras áreas.
- Sensación de tensión o rigidez: el músculo se percibe duro, como si estuviera “acalambrado” o inflamado.
- Limitación del movimiento: la contractura impide una movilidad normal del músculo o articulación relacionada, lo que puede afectar tareas cotidianas.
- Inflamación o hinchazón leve: en algunos casos, la zona puede estar levemente inflamada, aunque no siempre es visible.
- Puntos gatillo o nódulos palpables: al tacto pueden sentirse pequeños bultos o zonas más tensas dentro del músculo.
- Fatiga muscular: el músculo afectado se fatiga más rápido o se siente débil al intentar usarlo.
Estos síntomas pueden aparecer de forma repentina tras un esfuerzo o progresivamente, y su duración depende del tratamiento y el descanso que reciba el músculo afectado.
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Por qué se producen las contracturas musculares
Las contracturas musculares se producen por un desequilibrio en la actividad normal del músculo, que provoca una contracción mantenida e involuntaria de sus fibras. Esta tensión impide que el músculo se relaje y afecta tanto su funcionamiento como la circulación local. Las causas más comunes son:
- Sobrecarga física o esfuerzo excesivo.
- Falta de calentamiento o estiramiento.
- Malas posturas.
- Estrés emocional.
- Deshidratación y déficit de minerales.
- Lesiones previas o cicatrices.
- Enfermedades musculoesqueléticas como la fibromialgia o ciertos trastornos neuromusculares.
Esfuerzo físico, malas posturas o estrés
De todas las posibles causas de las contracturas musculares, el esfuerzo físico, las malas posturas y el estrés se encuentran entre las más frecuentes:
- Esfuerzo físico: se produce cuando un músculo trabaja más allá de su capacidad, ya sea por levantar peso excesivo, hacer ejercicio intenso sin preparación, o realizar movimientos repetitivos. El músculo se fatiga y responde con una contracción mantenida como mecanismo de defensa. Esta sobrecarga suele afectar zonas como la espalda, cuello, hombros y piernas.
- Malas posturas: pasar muchas horas sentado, encorvado, mirando el móvil o frente a una pantalla sin el soporte adecuado genera tensiones constantes en ciertos grupos musculares. Al no haber movimiento ni relajación, el músculo se va acortando y puede terminar en contractura, especialmente en la zona cervical, dorsal y lumbar.
- Estrés: el estado emocional influye directamente en la tensión muscular. El estrés activa el sistema nervioso simpático, lo que provoca un aumento del tono muscular como preparación para una respuesta de alerta. Si esta tensión no se libera, termina generando contracturas, especialmente en cuello, mandíbula y trapecios.

Cómo se diagnostica una contractura muscular
El diagnóstico de una contractura muscular se basa principalmente en la evaluación clínica realizada por un profesional de la salud, como un fisioterapeuta o médico. No suele requerir pruebas complejas, ya que sus signos son identificables mediante la observación, palpación y descripción de los síntomas por parte del paciente. Los pasos habituales incluyen:
- Conocer cuándo apareció el dolor, qué lo desencadenó, su intensidad, duración y si hay antecedentes de lesiones previas.
- Realizar una exploración física en busca de zonas tensas, nódulos o puntos gatillo. El músculo afectado suele estar más duro que el resto y provocar dolor a la presión.
- Evaluación del rango de movimiento: se observa si hay limitación en el movimiento articular asociado al músculo con problemas, así como dolor durante ciertos movimientos.
En casos poco claros o si se sospechan otras patologías como rotura fibrilar, hernia o pinzamiento nervioso, se pueden solicitar pruebas complementarias como una ecografía muscular o una resonancia magnética, aunque no son necesarias en la mayoría de las contracturas simples.
El diagnóstico precoz y adecuado permite aplicar el tratamiento correcto y evitar que la contractura se cronifique o se agrave.
¿Cómo se trata?
El tratamiento de una contractura muscular busca reducir el dolor, relajar las fibras tensas y restablecer el funcionamiento normal del músculo. Existen varias estrategias, que pueden combinarse según la gravedad del caso:
- Aplicación de calor local en la zona afectada, que favorece la circulación sanguínea y ayuda a relajar el músculo.
- Masajes terapéuticos realizados por un fisioterapeuta. Su objetivo es ayudar a liberar la tensión acumulada, movilizar los tejidos y aliviar el dolor.
- Estiramientos suaves: una vez que el dolor disminuye, estirar lentamente el músculo afectado mejora su elasticidad y previene nuevas contracturas.
- Ejercicio moderado y movilidad activa, que de forma controlada favorece la recuperación y evita que el músculo se debilite. Es importante hacerlo bajo supervisión si el dolor persiste.
- Medicamentos: en algunos casos pueden ser necesario tomar analgésicos o antiinflamatorios no esteroides para reducir el dolor y la inflamación. Siempre han de tomarse bajo prescripción médica.

Qué hacer para prevenir nuevas contracturas
Para prevenir nuevas contracturas musculares, es fundamental adoptar hábitos que mantengan los músculos en equilibrio y libres de tensiones acumuladas. Aquí algunas medidas clave:
- Realiza estiramientos regulares: tanto antes como después del ejercicio, o incluso durante la jornada laboral si pasas muchas horas sentado.
- Calienta adecuadamente antes del ejercicio.
- Mejora tu higiene postural: adopta una postura correcta al trabajar, dormir o utilizar el móvil.
- Haz pausas activas si trabajas sentado: levantarte y moverte al menos cada hora ayuda a oxigenar los músculos y romper patrones de tensión.
- Hidrátate y cuida tu alimentación: una buena hidratación y el aporte adecuado de minerales (magnesio, potasio, calcio) favorecen el buen funcionamiento muscular.
- Gestiona el estrés: incorpora técnicas de relajación para reducir la tensión emocional que se refleja en el cuerpo.
- Fortalece tu musculatura: a través de ejercicios de fuerza y estabilidad.
- Descansa lo suficiente: el sueño reparador permite que los músculos se recuperen y evita tensiones acumuladas.
La clave está en mantener un estilo de vida activo, equilibrado y consciente del cuerpo. Prevenir contracturas no solo mejora el bienestar físico, sino que también evita interrupciones en la rutina diaria y reduce el riesgo de lesiones a largo plazo.
Fuentes:
Dolor muscular. Mayo Clinic. https://www.mayoclinic.org/es/symptoms/muscle-pain/basics/definition/sym-20050866
Dolores musculares. Medline Plus. https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/003178.htm