Tristeza en Navidad ¿Por qué la Navidad me entristece?
La Navidad es una época de felicidad por antonomasia, especialmente para los más pequeños de la casa. Reunirnos con la familia y amigos, festejar el cierre de una etapa o regalar suelen ser experiencias gratificantes, pero no para todos, también es común la tristeza en Navidad.
Existen muchas razones por las que estar más triste en Navidad, como la pérdida de un ser querido o que afloren sentimientos de añoranza. Pero, la principal razón en muchas ocasiones en las que se agrava este sentimiento de tristeza está en no cumplir con las a veces muy exigentes expectativas sociales.
Por todo ello, es necesaria tanto la comprensión en sí mismo, y ver normales estos sentimientos, como la de los demás.
Índice
La Navidad es quizá la época del año en la que afloran más sentimientos, de todo tipo y de una manera más intensa. Uno de los problemas principales es creer que todos los sentimientos son positivos y asociarlos de forma unívoca.
Por todo ello, se ha construido un sentimiento navideño relacionado con emociones como la alegría y la ilusión que no es el de muchas personas, que pueden verse desplazadas al predominar en ellas otros sentimientos como la añoranza o la tristeza.
El problema es que sobre este sentimiento navideño también se ha construido una serie de actos sociales, que muchas veces se muestran o se consideran “obligatorios” que provocan un mayor distanciamiento y generan problemas mayores como las reuniones, las comidas y cenas navideñas, con sus consecuentes menús navideños, o hacer regalos.
Todo ello además concentrado en un intervalo de tiempo muy pequeño, apenas dos semanas, pero que por su intensidad puede generar problemas de ansiedad e incluso depresión a muchas personas.
Detrás de esta tristeza en Navidad no deja de estar un “choque” entre emociones positivas, pero que se ven muchas veces obligadas, y otras negativas. Así entre las positivas encontramos:
- Ilusión: especialmente relacionada con los niños, pero que se transmite también a muchos adultos que tienen en estas fiestas su época favorita del año.
- Amor: es sin duda otra de las emociones que más están intrínsecamente unidas a la Navidad. Se multiplican los actos de amor a los más cercanos, pero también de ayuda a personas que no conocemos.
- Felicidad: Feliz Navidad, Feliz Año Nuevo… son palabras que repetimos constantemente y que muestran no solo un sentimiento presente, también un deseo futuro.
Las emociones negativas fluyen muchas veces como contraposición de las positivas. Entre estas destaca:
- Añoranza: recordar tiempos pasados, de la infancia generalmente, en el que se disfrutaba de momentos que ahora no se tienen, por ejemplo, por no estar con un familiar.
- Tristeza: es la antítesis del amor y la felicidad, consecuencia muchas veces de esta añoranza, recordando el pasado o pensando que no volveremos a disfrutar de los momentos actuales.
- Culpa: a veces por los excesos navideños, otras por realizar actividades que otros no pueden hacer.
- Vergüenza: aunque parezca raro muchas personas la sufren, precisamente por esa presión fiscal que les hace ver que no estar a gusto estos días, no estar felices es causa de sentir pesar.
Este cúmulo de emociones negativas, que se deben ver como algo normal, que muchas personas pueden tener llevan a sentirse triste en Navidad. Pero sobre esta normalidad hay que tener en cuenta que sus efectos pueden ser más perniciosos:
- Si la persona ya sufre algún tipo de problema de ansiedad o depresión, ya que puede agravar estos cuadros.
- Si no se asume como normal, y se fuerza a la persona a realizar actividades que no quiere, hay incomprensión e incluso marginación.
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A todo esto se unen otros condicionantes, internos y externos que empeoran este sentimiento de tristeza en Navidad:
“Mal del impostor”
Se produce cuando buscamos disimular actitudes en las que no estamos de acuerdo, generando sentimientos de animadversión, malestar e incluso ansiedad. Si en poco tiempo se generan muchos de estos sentimientos por acumular cenas, comidas o reuniones que nos apetecen, este sentimiento se multiplica.
Consumismo forzado
Cuando compras no porque quieras, te apetezca y te satisfaga, sino porque te ves obligado. Es aplicable no solo a la hora de regalos de Navidad y Reyes, sino también a comidas y cenas más copiosas de lo que quisieras.
Cambios forzosos en la rutina
Estamos más tiempo en casa, no trabajamos, reducimos el ejercicio físico y además abundan las comidas copiosas. Todo ello afecta a nuestra salud, emocional y también física.
Climatología y noches largas
El tiempo frío, lluvioso e incluso con nieve, junto a las noches más largas no invita a realizar actividades en el exterior. Todo lleva a un importante retraimiento que incide en menos relaciones sociales placenteras e incrementar la tristeza.
Dormir menos
Por dos motivos. Uno voluntario, por cenas, salidas y fiestas que lleva a que reduzcamos las jornadas de sueño. Pero también se produce de forma involuntaria, ya que un mayor estrés también incide a la hora de tener un sueño de calidad.
Un mayor estrés
Este gran número de actividades y compras genera estrés, que mal gestionado acaba en ansiedad y en problemas emocionales. Saber gestionar estas tareas, repartirlas a lo largo de las semanas previas y renunciar a algunas, no querer abarcarlo todo es de gran ayuda.
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Impacto mediático
Películas, series, anuncios en todo tipo de medio de comunicación impactan a diario y de forma masiva, lo que lleva a que esos sentimientos de tristeza o incluso solo de incomodidad afloren más.
Hacer balance del año
Hacer el balance del año en ocasiones puede ser positivo, pero en otras no. Recordar malas experiencias puede generar tristeza, pero también verse obligado a ponerse objetivos para el próximo año crea ansiedad si no deseas hacerlo.
¿Qué es la depresión blanca?
La combinación de sentimientos propios e “impactos” ajenos que no siempre podemos elaborar de forma positiva lleva a que pasemos de tristeza en Navidad a un trastorno depresivo. Este, muy común en Navidad por llevar ciertos patrones y efectos desencadenantes parecido se conoce como “depresión blanca” o “blues de la Navidad”.
Generalmente sus efectos son temporales, cuando se vuelve a la actividad normal tiende a desaparecer, pero incluso en estos casos genera problemas graves como:
- Pérdida en la calidad del sueño.
- Ansiedad.
- Falta de apetito.
- Dolor de estómago.
- Tristeza.
- Mal humor.
- Malestar físico.
Estos trastornos generan problemas de desestabilización anímica para todos los que la sufren, pero que son especialmente graves para quienes ya tienen cuadros de ansiedad o depresión previa. De hecho hay personas que están predispuestas y sufren trastornos más importantes y duraderos.
Si quieres profundizar más sobre la depresión, te dejo el artículo de la Organización Mundial de la Salud sobre este tema.
Ante esta realidad, poner remedio a la misma es importante, y es algo que debe empezar por la persona que la sufre, pero también comunicar y contar con la ayuda de su entorno.
En este sentido, ciertas medidas son de gran ayuda:
- Sentirse a gusto con uno mismo: aunque siempre hay un cierto espacio en el que hay que ceder, procura que no sea único, que cedan otros (por ejemplo, aceptando que no vaya a alguna invitación) y dominante. Busca actividades que te complazcan esta Navidad.
- Gestionar en positivo: la nostalgia en sí no tiene que ser mala, pero debe ser gestionada y en ese sentido también pensar en cosas positivas. Si es necesario, pide ayuda, a personas cercanas o profesionales.
- Sentirse que no está solo: frente a mitos estereotipados, incluso para la infancia en modos de personajes de cuento, son muchos que no les gusta la Navidad o no se sienten a gusto con muchas actividades, siéntete libre, no es obligatorio ni malo que te guste la Navidad.
- Haz otras actividades altruistas que te llenen: al ser un gran momento para otras actividades de ayuda, no renuncies a ellas. Hay muchas personas que se sienten mejor pasando la Nochebuena en un comedor social que en una cena con familia o amigos.
En definitiva, no todos percibimos la Navidad igual, y eso no es malo ni debe generar sentimientos de marginación o rechazo, todo lo contrario, de comprensión. En un momento que afloran muchas emociones debemos normalizar la tristeza en Navidad, pero también saber hacerla frente.